Escuche
entre los murmullos de la mañana su bostezo, y entre las sábanas su
piel con la mía. Me despertaron sus besos matutinos y me reí con su
pelo alborotado. Y el universo se redujo a una habitación, las
estrellas se esfumaron por los rayos tardíos del sol que, para
nosotros, recién se desperezaba. El tiempo se condensó en unos
pocos minutos interminables, que mi memoria volvió suyos para el
resto de su existencia.
Y
aunque la naturaleza, sigue con sus planes, ese instante fue una
chispa de magia, que superó hasta la más temida de las soledades, y
la muerte tramposa, porque logramos transformar lo efímero en
eterno.
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